sábado, 16 de agosto de 2014

LA CARTA EN EL CAMINO.

LA CARTA EN EL CAMINO

Adiós, pero conmigo serás,

iris adentro de una gota de sangre
que circule en mis venas
o fuera, beso que me abrasa el rostro
o cinturón de fuego en mi cintura.
Dulce mía, recibe
el gran amor que salio de mi vida
y que en ti no encontraba territorio
como el explorador perdido
en las islas del pan y de la miel.
Yo te encontré después de la tormenta,
la lluvia lavo el aire y en el agua
tus dulces pies brillaron como peces.


Adorada, me voy a mis combates.
Araras la tierra para hacerte una cueva
y allá tu Capitán
te esperara con flores en el lecho.
No pienses mas, mi dulce,
en el tormento que pasa entre nosotros
como un rayo de fósforo
dejándonos tal vez su quemadura.
La paz llega también porque regreso
a luchar a mi tierra,
y como tengo el corazón completo
con la parte de sangre que me diste
para siempre, y como llevo  
las manos llenas de tu ser desnudo,
mírame,
mírame,
mírame por el mar, que voy radiante,
mírame por la noche que navego,
y mar y noche son los ojos tuyos.
No he salido de ti cuando me alejo.

Ahora voy a contarte:

mi tierra será tuya,
yo voy a conquistarla,
no solo para dártela,
sino para todos,
para todo mi pueblo.
Saldrá el ladrón de su torre algún día.
Y el invasor será expulsado.
Todos los frutos de la vida
crecerán en mis manos
acostumbradas antes a la pólvora.
Y sabré acariciar las nuevas flores
porque tú me enseñaste la ternura.

Dulce mía, adorada,
ven
drás conmigo a luchar cuerpo a cuerpo
porque en mi corazón vive en tus besos
como banderas rojas,
y si caigo, no solo
me cubrirá la tierra
sino este gran amor que me trajiste
y que vivie circulando en mi sangre.
Vendras conmigo,

en esa hora te espero,
en esa hora y en todas las horas,
en todas las horas te espero.
Y cuando venga la tristeza que odio
a
golpear a tu puerta,
dile que yo te espero
y cuando la soledad quieraque cambies
la sortija en que esta mi nombre escrito,
dile a la soledad que hable conmigo,
que yo debo marcharme
porque soy un soldado,
y que allá donde estoy,
bajo la lluvia o bajo el fuego,
amor mío, te espero,

te espero en el desierto mas duro
y junto al limonero florecido,
en todas partes donde esta la vida,
donde la primavera esta naciendo,
amor mío, te espero.
Cuando te digan: "Ese hombre
no te quiere", recuerda
que mis pies están solos en esta noche,
y buscan los dulces y pequeños pies que adoro.
Amor, cuando te digan
que te olvido, y aun cuando
sea yo quien lo dice,
cuando yo te lo diga no me creas,
quien y como podrían
cortarte de mi pecho
y quien recibirá mi sangre
cuando hacia ti me fuera desangrando?
Pero tampoco puedo
olvidar a mi pueblo.
Voy a luchar en cada calle,
detrás de cada piedra.
Tu amor también me ayuda
es una flor cerrada
que cada vez me llena con su aroma
y que se abre de pronto
dentro de mi como una gran estrella.

Amor mío, es de noche.

El agua negra, el mundo

dormido, me rodean.
Vendrá luego la aurora
y yo mientras tanto te escribo
para decirte: "Te amo".
Para decirte "Te amo", cuida
limpia, levanta
defiende nuestro amor, alma mía.
Yo te lo dejo como si dejara
un puñado de tierra con semillas.
De nuestro amor nacerán vidas.
En nuestro amor beberán agua.
Tal vez llegar un día
en que un hombre
y una mujer, iguales
a nosotros, tocaran este amor y aun tendrá fuerza
para quemar las manos que lo toquen.
Quienes fuimos? Que importa?
Tocaran este fuego
y el fuego, dulce mía, dirá tu simple nombre
y el mío, el nombre
que tu sola supiste porque tu sola
sobre la tierra sabes quien soy,
y porque nadie me conocía como una,
sola de tus manos,
porque nadie supo como, ni cuando
mi corazón estuvo ardiendo:
tan solo
tus grandes ojos pardos lo supieron
tu ancha boca,
tu piel, tus pechos,
tu vientre, tus entrañas
y el alma tuya que yo desperté
para que se quedara
cantando hasta el fin de la vida.

Amor, te espero.
Adiós, amor, te espero.

Amor, amor, te espero.
Y así esta carta se termina
sin ninguna tristeza:
e
stán firmes mis pies sobre la tierra,
mi mano escribe esta carta en el camino,
y en medio de la vida estará siempre
Junto al amigo, frente al enemigo,
con tu nombre en la boca
y un beso que jamás
se aparta de la tuya.

Pablo Neruda
Chile

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