Flores para
el Amor
Tratando de
ordenar mi desorden, me encontré de pronto con el jardín de mis escritos, ¡y
cuantas rosas para el amor! Cuántos
artículos, cuántas inspiraciones y cuantas reflexiones.
Hoy entresaco,
espigo, recorto en pedacitos y selecciono fragmentos para regalárselos a
ustedes.
Son palabras de
homenaje al amor y la amistad. Palabras
que van cayendo como pétalos, como rocío, como dulzura en el arte de realizar la
vida y de soñar el amor.
Pues no
encuentro mejor nota ni mejor tema, ni mejor instrumento que estas pobres
palabras para festejar el día.
“¡Amor, amor,
amor!”
Una palabrita
tan chiquita que se hace gigante. Una
palabrita tan chiquita, donde cabe todo.
¡Una palabrita tan fácil de pronunciar y tan difícil de
vivir!
Cuatro letras
solamente. Pero son los cuatro brazos de
tu cruz, los cuatros ejes que te sostienen, los cuatro resortes que te mueven y
las cuatro rosas que te perfuman.
Amor… tan
intangible y tan palpable, tan fugaz y tan eterno, tan raíz y tan flores, tan
recóndito y tan lleno de luz.
Amor… se dice
en un suspiro, se pierde en su adiós.
Vuela con el viento, ¡pero nada te lo arranca del
corazón!
Para construir
el amor se necesita un cimiento de piedra, un poco de poesía, la mano maestra de
Dios ¡y el pulimento que le vas poniendo todos los días!
No lo hagas con
rendijas para las palabras, goticas para el rocío, hilitos para la luz. Hazlo con más raíz que ramaje, más savia que
flores y más nido que follaje. Hazlo más
tupido, más trenzado, más impenetrable, más tuyo, “más
tronco”.
Que tu amor sea
tierno para la vida, sensible para las emociones, sostenedor para el camino,
tibio en la penumbra ¡y ardiente bajo el sol!
Con el amor se
abren los secretos, se llenan los vacíos, se desborda la copa ¡y se crece hacia
otro!
Se pone la
estrella en lo más alto, la raíz en lo más profundo y la luz en el milagro… como
“faro de la vida”.
Amor es tomar
la delantera al perdonar. Es ceder el
escalón… y dejar pasar. Es olvidarse de
exigir y hacer felicidad con lo que se tiene.
Es tomar en cuenta a otros antes que a uno. Es dar, sin pagos ni remuneraciones. Es no fallar en el dolor, estar detrás del
éxito y delante en el sacrificio.
El amor es eso
que saca las razones de sus contenes, la inteligencia de sus casillas, el
corazón del pecho, y a uno de sí mismo para convertirlo en
otro.
El amor no se
sostiene con cadenas, ni prohibiciones, ni dinero, ni hijos, ni sexo. Al amor lo sostiene esa agujita de hilos
largos que va entretejiendo tiempo, paciencia, amores y perdones a través de la
vida.
El amor es
apariencia… hasta que se entrega en su totalidad. Es hábito de vida, hasta que lo recubres con
ternura, lo anudas con raíces ¡y lo adornas con besos!
El amor es
media vida, hasta que sientes lo que dices, cumples lo que prometes y aprendes
felicidad con lo que te ofrece.
No ames a otro
para que te realce, sino para que te realice.
No ames a otro
para que te mantenga, sino para que te complemente.
No ames a otro
para que te facilite y te ayude, sino para trabajar a la sombra de un buen
tronco.
No ames a otro
para que te consienta, sino para que te exija.
No ames
buscando tu felicidad, sino la de los otros.
Siembra tu amor
por la entraña, sujétalo por dentro y verás que pasará el tiempo, cambiarán los
lugares, se transformará la vida y tu amor no se muda: permanece firme… Como esas raíces que se arrancan y vuelven a
salir. Como esos tallos que se rompen y
vuelven a retoñar. Como esas flores que
se podan ¡y se resisten a morir!
El amor no es
para revestir la vida, sino para llenarla por dentro. No es fuerza de pasión, sino luz de
convivencia. No es para encasquillarnos
en él, sino para vivir el placer de entregarlo.
No es juego para pasarla bien: es sangre que nutre la
vida.
El amor no es
manipular ni aprovechar, ¡sino servir!
No lo bloquea todo con el reproche: abre rendijas para la
compresión. No tiene archivos para el
resentimiento: deja libre espacio para el perdón y el olvido. No acapara, no busca pedestal, no relumbra
para los demás. Enternece el camino,
deja pasar, anuda las raíces ¡y arde por dentro!
El amor es una
fuerza que pasa sobre nuestra voluntad, un viento que vuela sobre nuestros
defectos, una magia que transforma nuestras realidades.
El amor
encuentra lo que nadie ha visto, conoce lo que nadie cree y entrega lo que nadie
pide. Es un impulso en desarrollo;
palpa, moldea, tienta, siembra ¡y de pronto nos damos cuenta de que “hemos
crecido dentro del otro”!
El amor es
universal, porque es tronco de todas las raíces, palabra de todos los idiomas,
aspiración de todos los hombres ¡y luz de todas las vidas! El amor es un camino, pero de subidas y
bajadas, de rutinas y sorpresas, de tropiezos y compensaciones, de besos y de
estrellas, de dolor y de lágrimas.
El amor vale la
pena. Cuando lo dejamos pasar nos
respira la vida, nos ensancha el corazón, nos plantamos en él ¡y lo vencemos
todo!
Amar no es dar
parte de lo que hemos recibido, sino dar todo lo que
tenemos.
No es tener las
antenas dispuestas a la sensibilidad, sino el corazón dispuesto para el
dolor.
No es el
estremecimiento pasional, sino el recubrimiento de esas sensaciones con
sentimientos profundos.
Amor no es
juntar los labios y cerrar los ojos. Es
juntar alma con alma y dar cabida a todos los
renunciamientos.
No es lo que
nos viene bien en determinado momento de la vida. Es lo que escogemos para siempre, como centro
vital de la existencia.
No es lo que se
siente cuando se baila, cuando se toma, cuando se mira el cielo. Es lo que se siente en una prueba dura, en
una lágrima amarga, en un dolor profundo.
Es vibración
con ternura. Son palabras con
comprensión. Es promesa con fe y
confianza.
No es solamente
ser humanos, sino comprender que se ha infiltrado en nosotros algo sobrenatural
y divino.
¿Y la
amistad?
Es el
sentimiento más noble del ser humano. Es
un concepto que cada día se va perdiendo más en nuestra sociedad. Parece secundario, superficial, innecesario,
¡y es algo fundamental en la vida de todos!
La amistad es
la mano que buscas para no hundirte, el consejo que necesitas para no
descalabrarte, el tronco en el que te metes para sentirte seguro, el combustible
que necesitas para recuperar fuerzas, el sueño que compartes para subir más alto
¡y la espalda a la que te pegas para cargar tu cruz!
Es el lenguaje
que te entiende, la cuerda que te mueve, el sol que te calienta, el nido que
siempre te recibe ¡y la fe que siempre te resucita!
Su mejor
servicio es su tiempo. Su mayor virtud
es la paciencia. Y su gran prueba es la
duración.
Es como buscar
una estrella caminando el mundo, y al tropezar con la amistad, ¡subir al
cielo!
Hoy es un buen
día para decirle a tu amor: ¡Gracias!
Porque tú eres todo lo que yo necesito, mi cauce tiene agua porque tú lo llenas,
mi agua tiene vida porque tú la mueves, mi vida tiene luz porque tú la inundas,
y mi corazón tiene amor porque tú me lo regalas.
No puedo
terminar sin unas palabras a quien ha llenado mi vida:
Gracias por el
amor que me diste, lleno de estrellas, de lágrimas, de luz, de sueños y de fe
. Porque en él me he venido tallando y
consumiendo. Porque nació en besos, se
asimiló en cambios, creció con dolor, se sostuvo de raíz, dio semillas, dio
flores, dio frutos… ¡y ahora lo conservan la ternura y la
paz!
¡Gracias!
Zenaida Bacardí de Argamasilla