Perdido en Nueva York.
Por José Joaquín
A Gonzalo se le arruinó el celular el día que se fue de viaje a Nueva York. Como el viaje no era de negocios y además sólo sería por una semana, pensó que no valía la pena preocuparse y cuando llegó a Nueva York avisó a su casa que todo estaba bien.
Disfrutó unos días con su hermana, a quien iba a visitar. Había tanto que hacer y conocer que se desconectó de las redes sociales. Nunca fue aficionado a compartir su vida.
Sin embargo un grupo de amigos se preocupó al no verlo activo en el Whatsapp. No había contado a casi nadie que se iba a Nueva York y en un par de días al no responder el celular corrió la alarma. Pensaron que le habían robado o herido o que algo muy malo había sucedido.
Cuando la alarma llegó a María, la esposa de Gonzalo, todos daban por sentado que lo habían asaltado y probablemente estaba en el hospital. María no leyó bien la serie de publicaciones y con el corazón palpitando a mil por hora marcó el teléfono de su cuñada en Nueva York, pero nadie contestó. Ella había olvidado su celular en casa.
La angustia terminó cuando se dio cuenta de que estaban especulando y que no sabían que había salido de viaje. Les aclaró por una red social que todo estaba bien y que él estaba en Nueva York.
Ese día, sin embargo, Gonzalo tuvo un accidente. Cayó de bruces cuando tropezó por la Avenida Broadway y se lastimó una rodilla. Nada que fuera grave.