No
tengas miedo del ayer.
Tus recuerdos se agolpan en
la puerta de la memoria pujando por salir a la superficie de la
conciencia.
No tengas miedo. Déjalos
salir. Mira cada recuerdo como si fuera hoy.
Escucha aquellas palabras
que tan lejanas pueden parecerte. Deja que todo tu ser se inunde del
ayer.
Recuérdalo. Cada minuto,
cada silencio. Sus nombres, sus voces, sus miradas.
Hay en cada gota de emoción
una lágrima a punto de quemarte las mejillas. No permitas que tu corazon se
quede a mitad de camino sin haberse curado.
Y cuando estés en el
silencio de tus recuerdos, inspira....profundamente.
Inspira.
Toma todo el aire que
quieras, aspira todo ese recuerdo y rescata lo mejor. Incorpora nuevamente a tu
ser interno toda esa energía de aquel ayer, y al exhalar deja que toda tristeza
por los tiempos idos....realmente, se vaya. Exhala toda energía negativa que
haya quedado en tu interior, y deja marchar esos cúmulos energeticos que no te
hacen bien.
Respira. Respira.
Respira........ y déjate ser.
Permite que hoy sea mejor.
Aspira todo el universo que quiere estar en tu conciencia y sé conciencia y sé
universo.
Verás que con los días todo
estará un poco mejor. Un rayo de luz llegará a tu conciencia, sin saberlo haz
hecho el trabajo de darle a Dios lo que Dios quería: tus experiencias, tu
confesión verdadera.
A veces nos aferramos tanto
a los recuerdos que llega un momento en que nos cuesta caminar, nos cuesta
entender lo nuevo de cada día, pues estamos aún inmersos en las discusiones del
ayer.
Yo sé que cuesta mucho
superar un mal momento, sé que duele muchísimo acordarse de aquellos a los que
hemos amado tanto y ya no están, pero si limpiáramos nuestro interior de
excesivas cargas emocionales, verías que habría un poco más de lugar para
ampliar nuestro horizonte espiritual, te darias cuenta que ellos, que ya no
están en la tierra, aún nos sonríen desde el espiritu. Habría una oportunidad de
acrecentar nuestra conciencia hasta límites mayores de los que hoy
recorremos.
Vacía el contenido emocional
de tus recuerdos. No te aferres a ellos como a una bolsa de tesoros. Ama cada
instante vivido y suéltalos tal como harías con un pájaro que quiere libertad y
lo sueltas una mañana de sol en primavera.
Para ello utiliza la
respiracion conciente, utiliza el poder de la conciencia, extrae de tu interior
los recuerdos que te atan y desátalos suavemente con el aire. Ya no te
pertenecen, son de Dios a los que acabas de dárselos.
Al exhalar, imagina cada
escena volando en el espacio a tu alrededor hasta que finalmente levanta vuelo y
.... se van .... están fuera de ti.
Ahora duerme en tu
paz..."
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