ANOCHE
Anoche, vino el miedo a visitarnos
de
nuevo,
y te perdí por un instante
interminable,
profundo como la herida mortal
del pensamiento.
Anoche mi sueño se llenó de olvido
y amargura,
de soledades
quebradas,
de oscuridades,
de lágrimas grabadas a fuego,
del desconsuelo herido del alma
en carne viva.
Y la palabra moría en ese instante,
y la voz,
y tu,
y yo…
La gélida sombra de la nada
anduvo
lentamente sobre la magia perdida,
sobre los últimos ecos de tu
nombre,
sobre poemas vacíos,
y las luces del alba
me
sorprendieron llorando.
Anoche,
por un instante
eterno
sentí que te perdía…
qué inmenso dolor,
qué
amarga cruz,
qué inacabable miedo.
Anoche,
tu mano acarició mi mano
y tu dulzura,
por una noche al menos,
volvió a resucitarme
y el llanto se hizo luz,
y la
luz sonrisa,
y la sonrisa cielo,
y el mundo…
volvió a
llenar de vida
nuestros cuerpos.
Miguel Alcantud
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