martes, 8 de julio de 2014

ANOCHE.

ANOCHE  
 
    Anoche, vino el miedo a visitarnos
    de nuevo, 
    y te perdí por un instante
    interminable,
    profundo como la herida mortal  
    del pensamiento.
    
    Anoche mi sueño se llenó de olvido
    y amargura,
    de soledades quebradas,
    de oscuridades,
    de lágrimas grabadas a fuego,
    del desconsuelo herido del alma  
    en carne viva.
    
    Y la palabra moría en ese instante,
    y la voz,
    y tu,
    y yo…
    
    La gélida sombra de la nada
    anduvo lentamente sobre la magia perdida,  
    sobre los últimos ecos de tu nombre,
    sobre poemas vacíos,
    y las luces del alba
    me sorprendieron llorando.
    
    Anoche,
    por un instante eterno
    sentí que te perdía…  
    qué inmenso dolor,
    qué amarga cruz,
    qué inacabable miedo.
    
    Anoche,
    tu mano acarició mi mano
    y tu dulzura,
    por una noche al menos,
    volvió a resucitarme  
    y el llanto se hizo luz,
    y la luz sonrisa,
    y la sonrisa cielo,
    y el mundo…
    volvió a llenar de vida 
    nuestros cuerpos.
 
 Miguel Alcantud  

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