domingo, 20 de julio de 2014

EN ESTA CIUDAD.

EN ESTA CIUDAD  
 
    En esta ciudad rodeada de azules marinos
    luces adorable.
    Así,
    sin mas frases ampulosas,
    ni retórica,
    con la única poesía de sentir
    la presencia de tu voz de tantos días
    anhelada cerca mío.
  
    Hoy te envío pájaros de la selva,
    cestos de flores tropicales,
    luciérnagas atadas con cordeles,
    ebrias palabras sumergidas en botes de miel de abeja,
    paseos por caminos de montaña,
    pequeños trozos de cable telefónico,
    rastros de peces voladores,
    locuras disfrazadas de personajes de ficción.
  
    Verdades.
  
    Baja conmigo a los callejones oscuros
    de mi ciudad de sombras.
    A veces,
    cuando pienso,
    estoy ahí.
  
    También te envío luces,
    amplios ventanales a las avenidas de la esperanza,
    velas encendidas en las noches de vigilia y soledad,
    faros que guíen nuestros barcos hacia un destino incierto.
    A veces, cuando siento estoy ahí.
  
    Busco a un hombre y encuentro a un ser humano.
    Veo tus grandes manos abiertas o cerradas,
    tus brazos extendidos o cruzados sobre tu pecho,
    tu balcón abierto a los deseos.
    Busco a la persona y me encuentro con su gran corazón,
    con sus sueños cumplidos,
    con los que le quedan por cumplir,
    con sus miedos y sus contradicciones,
    con sus recuerdos impulsando la mañana,
    con sus recuerdos limitando los paisajes
    a una habitación cerrada,
    vacía de cuadros,
    con su vida que desconocía.
  
   
Tu voz me acaricia,
    pinta de locura aún mis más locos sueños.
  
    Bebo tu sed,
    me como tu distancia,
    salto como una gimnasta entusiasta
    entre los minutos que acortas o alargas según tu voluntad,
    o tus posibilidades.
  
    Me contorsiono y grito y hago gestos,
    loca; loca quisiera verte a diario,
    sentirte a diario,
    besar tu jugosa boca a diario,
    sentir tu sable caliente a diario,
    muy dentro de mí
    y convulsionar mi cuerpo al unísono del tuyo.
  
    Soy una mujer que ahora se pone seria,
    o ríe,
    o se esconde debajo de una piedra.
    Un ser llena de historias.
    Un alma buscando,
    unos ojos que ven lo que ven,
    una ciega,
    una ilusa,
    un cáliz de esperanza,
    un guiño pícaro,
    una tentación,
    una renuncia.
    Un juego de manos.
  
    Miedo,
    miedo,
    miedo encerrado en un frasco
    sobre una repisa de un sótano en un edificio,
    en ninguna parte enamorarme de ti
    y aún así me encanta la idea
    porque me sacarías las palabras que tengo escondidas
    de entre las profundidades de los mares azules
    que cobijan mis sueños.
  
    Ay, cariño,
    entre tú y yo sólo un hilo,
    deseos que se juntan por azar,
    palabras que podrían copiarse de antiguos libros,
    de ternuras robadas a amantes perdidos
    en historias pretéritas.
  
    Deja que acaricie el recuerdo de este día
    ya que no puedo acariciarte a diario.
  
    Deja que bese tu nombre
    ya que no puedo perderme entre tus labios para siempre.
  
    Deja que coleccione mínimas flores,
    retazos de gemidos,
    ovillos de lana de colores,
    cestos con plumas de loros brasileños.
    Déjame que te cubra con todo ello como una lluvia de presentes.
    Y besos,
    besos,
    besos,
    besos rabiosos y alegres,
    besos amorosos y fraternos,
    besos en la cercana distancia que no por eso son menos besos,
    besos.
  
    También te envío un ramo de iguanas y tres metros de miedo.
(Del libro: "Ciudades donde te nombro")

 Lina Zerón  

 (México)

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