¿Aceptar que a mí te encadenes por amor
ahora que estoy en vísperas de viaje
a punto de emprender mi último vuelo?
¿Aceptar tu sufrimiento acrecentado
de haberme tenido toda tuya, toda entera,
sin jamás otro roce que este lazo de palabras?
No quiero que sufras. Te amo demasiado
y suplico a toda criatura de este mundo
me ayuden,
me den fuerzas para decirte no.
Convoco a los gorriones
que juguetean cada día en mi ventana.
Convoco a los árboles del bosque
que protegieron mis silenciosas danzas..
Convoco a la tormenta
cuyos bramidos no pude escuchar nunca.
Convoco al sol,
único amante que me acarició desnuda.
Convoco las estrellas
que mis lágrimas multiplicaron en el cielo.
Convoco el lazo sutil
que me une a mi amado en festines de caricias
y me aniquilan de él con sólo pulsar una tecla...
Pero descubro que gorriones, árboles, tormentas,
sol, estrellas, vibraciones...
¡toda la creación no es otra cosa
que un sí perpetuo, gozoso y sin fronteras!
¿Qué puedo decir?
Acurrucada en mi sillón de alto dosel
que ayer protegió mis temores de niña,
aterrada y temblorosa
por este mi amor por ti que me depasa,
desnuda, ungida y revestida
por este tu amor por mí que me sumerge,
me abandono a ti,
me abandono a toda contingencia,
y te escribo, te dibujo, te grabo, te moldeo
la única palabra que se desliza entre mis dedos:
¡Sí!
Desde siempre: ¡Sí!
Para siempre: ¡Sí!
¡Sí!
¡Sí!
Si.... mi amado...
Princesa Luz
(Bolivia 1981-†Bélgica 2001)
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