viernes, 31 de enero de 2014

LA IMPORTANCIA DE LOS DEMÁS…

LA IMPORTANCIA DE LOS DEMÁS…

Después de todo, la lucha del hombre por conseguir un equilibrio en la vida y vivir dignamente es la sensatez. Darse cuenta de lo que uno tiene y de lo que puede aprovechar del talento que el destino le haya dado, porque no seremos más de lo que somos, pero podremos ser mejor dentro de lo que somos. 
Aprender, como dice la sabiduría oriental, que todo lo que uno estudia o logra es para los demás. Si los dioses estarían en el limbo, ajenos a este mundo, nadie se enteraría de sus hazañas. El hombre que sabe mucho y solo lo guarda para sí es un ignorante para los demás.
En la vida no hay personas superiores, el señor puede despreciar a su sirviente, es decir, menospreciar su trabajo, pero sucede algo llamativo: el sirviente puede vivir de sí mismo, en cambio el señor necesita ser servido. De lo contrario, la naturaleza los pondría en el mismo estatus y por consecuencia el orgullo no les permitiría entender que ambos en definitiva se necesitan.
Y aquí estamos hablando de los demás con demasiada frecuencia, porque el hombre se completa con los otros; si fuera un gran pintor, en qué galería mostraría sus obras, si acaso su virtud fuera poder cantar con emoción de qué le serviría cantarle a una montaña. Si el amor no fuera correspondido, en qué baúl se añejaría para el sabor de una copa vacía, o el sorbo no compartido.
Todo está destinado en función a los otros, gracias a los demás podemos usar un celular que no podríamos construir con nuestra propia inteligencia y no sabríamos ni siquiera caminar si nuestros solícitos padres y parientes no nos hubieran enseñado. Igual el maestro o la maestra de las primeras letras, el beso de los primeros sentimientos, las palabras de aliento de los que nos consideran, la mirada de complicidad que da la seguridad de saber que alguien mira por ti a tus espaldas.
Todo nuestro universo se mueve por la palanca de los demás y a ellos debemos más de la mitad de nuestra tranquilidad, de nuestro modo de vivir. Si no fuera por los que se tomaron la molestia de morir por una idea que mejoró la manera de vivir en la sociedad, estaríamos sumidos en el caos de la anarquía o en una dictadura con el disfraz de la democracia.
El día en que el ser humano ponga más atención a ese fenómeno de respetar a los demás, comenzaría a ser agradecido por las cosas que nos dan y que nos salvan de nuestra analfabetismo, desde el que amasa el pan, el que nos da de comer en recompensa por nuestro trabajo, o ese milagro de los sentimientos que está en la persona que nos ama sin cambiarnos la etiqueta de lo que somos, de la categoría que fuéramos, pero merecedores de sus afectos a pesar de todo.
Por todo lo dicho se debería construir un monumento para los demás, por los otros y otras que completan nuestra vida. Un ícono que nos haga sentir orgullosos de los otros desconocidos, ocupen el puesto que ocupen, y también tener el orgullo que nosotros somos alguien importante para los que están en este mundo. Porque los demás también somos nosotros.



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